jueves, 20 de enero de 2011

Yo quiero mis cerros. Diatriba contra el extractivismo en el Perú.

Desde hace ya varios meses tengo un gran interés por la bonanza económica peruana y por lo general latinoamericana de la última década. A nivel mundial nos llaman hoy la excepción, y no podemos sino sentirnos orgullosos y optimistas de ser la única región dinámica y en crecimiento en un contexto de crisis. Pero, ¿cuál es el costo de este bienestar?

La actividad económica principal de nuestro Perú es la industria extractiva, principalmente de materias primas. Esta actividad ha sido desarrollada por una política agresiva que facilita, justifica y vamos a decirlo con honestidad trafica con nuestros recursos naturales. Lo dijo nuestro actual presidente, describiendo ‘territorios ociosos’ e ‘improductivos’, hablando de una actitud de ‘perro del hortelano’ para justificar sus exacciones, abusos y bajos negocios, además de la ineptitud de su proyecto económico.

Cuando yo era niña viajaba a Huancayo en semana santa, y atravesaba Ticlio y la Oroya. Y recuerdo las frases consternadas de mis padres : “mira los cerros, cada vez hay menos. Si seguimos así sólo van a quedar huecos, puros huecos pelados rojos, naranjas y verdes”.



Así seguimos. Los cerros están en peligro de extinción en nuestro país.
También lo están el mar, los ríos, las aves, los árboles. ..

Y creo que es porque nos remitimos a pensar que nuestra riqueza llegará de esta naturaleza infinita e interminable, riqueza dormida que tenemos bajo nuestros pies.

Pienso que es responsabilidad de todos los peruanos de todas las regiones, el medir las graves consecuencias de esta economía primitiva y devastadora. Creo que mucha de esta resignación y tolerancia que le tenemos a este modelo económico, viene del hecho que nos contentamos con migajas porque nos decimos que “por lo menos tenemos eso” y que “así hemos progresado”.

¿Qué vamos a hacer con los cerros ausentes? ¿Qué hacer con los relaves que intoxican y matan a hombres, mujeres y niños pobres, a poblaciones enteras desplazadas, amenazadas o finalmente envenenadas? ¿Qué nos va a quedar cuando hayamos vaciado el mar de su fauna?



¿Hasta cuando vamos a talar y quemar el eco-sistema frágil de la Amazonía, que es el pulmón del planeta?

¿Hasta cuándo vamos a ser una reserva de materias primas? Primero el oro, después la plata, después el boom del guano, el salitre, la caña de azúcar, el algodón, el petróleo, el gas natural, la harina de pescado… es de nunca acabar.

Y la verdad no me conformo. No me basta. Los recursos no son infinitos. La tierra se cansa.

Existen actividades económicas sostenibles y altamente rentables. Creo que Gastón Acurio nos brinda una gran lección de responsabilidad y de humildad en este sentido. Y hay más: turismo ecológico, café, cacao, quinua, productos nutritivos rentables y que respeten nuestro medio ambiente, que creen ingresos rentables y sostenibles para los productores, productos de los que seamos los orgullosos consumidores y promotores.

El cambio nace en las mentes de las personas. El cambio viene de la responsabilidad, de no conformarse, de tener dignidad, de volvernos intolerantes a tales actividades,  de compartir, de no dejarse dividir por los regionalismos, por las diferencias sociales o culturales, por el derrotismo o la desinformación. 

jueves, 13 de enero de 2011

Doctorado para dummies (comencemos por el comienzo)


El doctorado es un diploma universitario. Cuando lo tenga me van a decir “doctora”. Me imagino ese momento como un rito donde varios señores eminentes y barbudos que he admirado con temor durante años me digan “doctora” y al mismo tiempo me estrechen la mano con sus manos arrugadas de tanto escribir, como si yo formara parte su misma comunidad étnica. 

Luego de haber pagado la inscripción, redactado mi proyecto de investigación, obtenido mi carné de estudiante me hice la misma pregunta que George Clooney tomando café :

En pocas palabras ¿y ahora cómo empiezo mi doctorado en ciencias sociales? 

La primera reacción, la más lógica, fue decirme “como una maestría”. En la maestría uno aprende a desarrollar una investigación en uno o en dos años. Uno mismo elige su objeto de estudios, lo problematiza, lo documenta, efectúa un trabajo de campo y redacta una tesina que es un documento organizado y argumentado sobre un objeto de estudios. En la maestría uno lleva cursos obligatorios. En la maestría tu principal interlocutor es tu director, que es la persona que te enseña a construir tu tesis. 

En doctorado, todo cambia. He estado preguntando alrededor mío a doctorantes, leyendo guías, documentos. He aquí mis principales pistas sobre lo que tengo que hacer:

  • No existe el manual “todo lo que debes saber para obtener tu diploma de doctorado”. El trabajo del doctorante es construir de la A a Z un objeto de investigación. La idea es que en teoría, nadie en el mundo o en la galaxia conoce cierto aspecto particular de la realidad social, y si lo conocen, nunca lo han explicado bajo tal o cual perspectiva. El trabajo del doctorante es hacerte el experto de esa franja de la realidad social y de esa perspectiva. Obviamente digo “realidad” pero no se trata de un objeto fijo como en ciencias exactas. Todo objeto social o sociológico es un objeto construido de manera intelectual. Es por ello que el trabajo del doctorante (ahora debo decir “MI trabajo”) es encontrar la manera más pertinente, adaptada y científica para comprender un fenómeno social. Ello implica estudiar comunicar, documentar, enseñar, presentar de diversas formas y en múltiples formatos, todos los aspectos de este fenómeno. 
Consecuencia : los doctorantes leen, escriben y hablan un montón. Y a veces, cuando su cabeza se hace nubes de tanto leer y escribir y pensar, dicen incoherencias. 

  • Para hacer el doctorado importas tú, y tú, y solamente tú. El doctorado es un trabajo solitario. Uno está solo con sus preguntas, con sus listas interminables de libros, con los resúmenes que tienes que hacer, con las grandes cantidades de texto que tiene que producir (de lo que me han contado, son más o menos unas 300 páginas, sin contar los artículos, seminarios, digitalizaciones de entrevistas etc.). Uno tiene una gran libertad, pero por ende una responsabilidad absoluta sobre su tiempo, disponibilidad, herramientas, medios financieros etc.

Consecuencia : Un doctorante es una persona que tiende a sentirse sola en el mundo varias veces al día, que siente depresión y que de todas maneras no puede explayarse con su analista, porque terminaría pagando sesiones de 6 horas de terapia semanal para contar los problemas, preguntas y percances de su investigación.

  • Para guiarte está tu director de tesis. Para sacarte la mugre están tu director de tesis y el resto del mundo académico. Un doctorado es una experiencia masoquista. Cada cosa que uno escribe, que uno dice, son sometidas a una crítica sin piedad por parte de montones y montones de profesores que juzgan tus ideas en comités de lectura, coloquios o seminarios. Un doctorante produce un conocimiento  científico, es sometido a una comunidad de expertos (que yo imagino como los ancianos barbones de las comunidades originarias de mis primeros cursos de antropología). 

Consecuencia : Para ser un buen doctorante que se respete, hay que tener estómago, y una autoestima de hierro. 

Obviamente, esta definición se limita a la variante nacional del país donde yo hago mi doctorado, ya que en países anglosajones los doctorados son mucho más dirigidos y asesorados. Además lo que les estoy contando está bastante bien disimulado detrás del telón de la seriedad académica, la legitimidad universitaria y la ética de la disciplina sociológica. 


En caso conozcan otras variantes de como hacer un doctorado, o sus propias experiencias, no duden en comentar.


Referencias : 


  • Howard Becker, sociólogo norteamericano de la escuela de Chicago, publicó un excelente libro con pistas para empezar a pensar una investigación en ciencias sociales. El título en inglés es el siguiente : BECKER, H. Tricks of the Trade: How to Think about Your Research While You're Doing It. Chicago, IL: The University of Chicago Press, 1998. 232p.




martes, 11 de enero de 2011

La tesis de doctorado y yo

Tengo 25 años, soy peruana, vivo en París. Creo que la descripción que tenía de mí misma era bastante sencilla hasta hace poco. Desde hace oficialmente tres semanas, he empezado oficialmente mi doctorado. No es orgullo lo que siento, ni vanidad. Es estupor. Cada vez que recuerdo que debo integrar el doctorado a la definición que tengo de mi propio yo, me planteo todo un problema metafísico. Rossy War cantaba "no lo puedo creer"... la verdad Rossy, yo tampoco lo puedo creer.  

Durante todos mis estudios de pregrado, me dije « el doctorado es para después ». Durante la Maestría, me dije « el doctorado es para después » y también « el  doctorado no es para mí » o « el doctorado no soy yo » o muy frecuentemente « ya se verá ».


Y aquí estoy, con mi maestría terminada hace sólo algunos meses,  y empezando un doctorado en ciencias sociales por una coyuntura de eventos donde mi voluntad fue finalmente una cereza sobre la torta (ya hablaremos próximamente sobre el asunto) . Tengo un proyecto de investigación, un supervisor bastante inteligente y calificado, y sobre todo, concretamente tengo mucho, mucho, mucho que hacer.

Pero no quiero detenerme a hablar sobre mi proyecto, mi argumentación, mi tema de investigación. Antes de hacer lo que tengo que hacer, quiero convencerme y convencerlos de mis motivaciones concretas y hacerle espacio en mi discurso a este doctorado que según dicen las guías, libros, blogs, va a cambiar mi vida.

Confieso que nunca he sido un ratón de biblioteca. Tengo un currículum bastante decente, y siempre me he recatado a ser una estudiante cumplida. No me he atrevido a publicar un artículo, fundar una revista estudiantil, hacer de mi universidad mi segunda casa. Hoy analizando mi vida de estudiante, creo que ha sido por la mezcla de dos factores.

El primer factor es el sistema estudiantil francés donde he estudiado. Dicen que Francia es un país pesimista y yo empiezo a sentirme tremendamente aculturada. En Francia hay muchísimos doctores, y muchos de los doctores son pesimistas porque no consiguen trabajo. El trabajo académico serio empieza con o hasta después del doctorado.  El reconocimiento creo que no llega nunca. Existe una gran distancia entre los profesores y los estudiantes, que se recatan a tomar notas, preguntar y redactar.  

El  segundo factor es que soy estudiante extranjera. He trabajado durante toda mi carrera universitaria a medio tiempo para pagarme la vida y los estudios en el primer mundo, yo que vengo del tercer mundo y que llegué por otra concurrencia de eventos milagrosos. He tenido uno de mis hemisferios  cerebrales ocupado parmanentemente en mi casa, mi refrigerador, mi lámpara, mi cuenta bancaria. 
El resultado de ello es que académicamente parezco una zombie que no se concentra ciegamente en su investigación.  Y algo que empiezo a entender es que los que no parecen obsesionados por su investigación son bastante reprimidos y socialmente sancionados en el medio académico.

Estos días tengo que terminar una versión documentada de mi proyecto de tesis. La semana pasada estuve enferma, tuve que quedarme en casa, en cama, descansando.  En cuanto me curé, no me sentí aliviada, sino me sentí angustiada. Angustiada porque sentí que no iba a poder escribir las 10 páginas que le faltan a mi proyecto. Sentí que no tenía nada que poner, que no iba a poder ni empezar el doctorado, y que estaba segurísima que me iba a equivocar, que iba a estar mal.

Ayer en mi trabajo me pidieron redactar un texto sobre un tema que no conozco bien.  Y pude leer la documentación, resumirla y redactar ese texto. Y me dí cuenta que he desarrollado malos hábitos académicos : miedo, estrés, angustia de la página en blanco, falta de confianza en mí misma. Todas estas dificultades no tienen nada que ver con dificultades del trabajo académico. Tienen que ver con el hecho de integrar el doctorado a mi propia identidad.

Hoy en un seminario de sociopolítica latinoamericana, hablaron sobre superar los miedos, los pánicos y las angustias que animan los inconscientes colectivos. Espero que este blog cumpla la misma función en su humilde escala individual, es decir hacerme actriz participante de mi doctorado, y hacerlo parte integrante de mi vida. Y finalmente repetirme como ya lo he hecho varias veces esta noche, que la identidad es un concepto flexible, que las personas se adaptan, y que bien puedo ser la doctorante si así lo decido, le pongo corazón, convicción y ahínco.

 ¡ Éstas son mis aventuras de estudiante de doctorado !